Sucre es una ciudad hermosa, blanca y ordenada, la gente es tranquila, y a veces hace sentir que estás en otro país, que has salido de Bolivia y te has transportado al pasado, un pasado que se mantiene presente en cada callejuela de la ciudad. Una ciudad que no ha perdido la autenticidad como Cusco en Perú, una ciudad en donde la gente común vive y el turista es un elemento ajeno, pero siempre bien recibido. Una ciudad que te acoge como tu propio lugar de origen, que no abusa del turista, pero tampoco pierde la perspectiva sobre quién es el viajero. Sucre es una ciudad para quedarse eternamente contamplando cada una de sus casas y construcciones de antaño, una ciudad para recordar.
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